No hay que ser extraordinario para ser ordinario

No hay que ser extraordinario para ser ordinario

 

Professional book narrator reading story and recording video

Ser un prodigio o no serlo

¿Por qué pensamos que contar historias es un deporte VIP, un derecho reservado a los más privilegiados, a la casta de los extraordinarios? Habiendo supuestamente todas las herramientas necesarias, la presión está en no ser cualquiera. Y rápidamente, si es posible no serlo. Viendo cómo nuestra sociedad idolatra a los precoces que han aprovechado su tiempo (desde los famosos “30 under 30” hasta los jubilados cuarentones, por no hablar de los estudiantes CEO y las mompreneurs que montan sus negocios en plena baja maternal), acabamos tirando la toalla porque nos sentimos muy desubicados con todo.

 

Qué hace que una historia sea buena

Ahora bien, para ser alguien y tener una historia que contar, no necesariamente hay que tener una vida digna de un documental de Netflix (que, admitámoslo, no son tan increíbles). Si algo he aprendido como periodista es que todos tenemos (al menos) una buena historia que contar. Nadie es banal, porque todos somos humanos, es decir, todos tenemos emociones y pruebas que los demás pueden comprender y en las que se reconocen, revelando cualidades humanas capaces de trascender (valor, perseverancia, compromiso…). Y a veces, cuanto más insignificante nos parece la escala, más importante es la capacidad de identificación (ya que todo el mundo piensa que son tan banales), más poderosa es la historia. A menudo son estos “pequeños” éxitos los que tienen mayor repercusión (recuperarse del fracaso, perseverar a pesar de los obstáculos, trabajar por algo importante). No porque sean originales y raros, sino con una historia que cuenta la progresión del punto A al punto B, que demuestra que el cambio y la transformación están al alcance de la mano. En otras palabras, tú, en tu nivel de “persona promedio”, puedes darle a tu colega o a tu primo mucha más energía y esperanza que una inalcanzable y demasiado elitista Sheryl Sandberg.

Para los que no estén seguros, todos contamos una historia a través de nuestras palabras y acciones, nos guste o no. Los demás siempre tienen una idea y una supuesta historia de nuestra vida cuando se cruzan con nosotros en los pasillos. Así que deberíamos dominar esa historia y contarla bien. Al fin y al cabo, si crees que la vida de tus amigos (contables o vendedores) no es cualquier cosa, es porque conoces su historia, sabes lo que les hace especiales y lo que hace que su camino merezca la pena.

Lo mismo ocurre en tu vida profesional, con la diferencia de que tu historia debe estar hecha a medida para mostrarte, para demostrar quién eres, cuál es el fuego que te impulsa, ya seas programador de software o vendedor de verduras (y ni siquiera orgánico). Y esto sin traicionarte a ti mismo. Ese es el arte de contar historias.

 

¿Cómo contar tu historia cuando crees que tienes una vida ordinaria?

1.Deja que tus amigos te cuenten

Se trata de un ejercicio para aumentar el ego: pide a tus amigos (los buenos de verdad, no los que beben en secreto de tus desgracias para sentirse… más excepcionales) que te hablen de tu vida profesional. Te contarán cómo conseguiste con tesón tu título, cómo te abriste camino en un entorno del que no conocías los códigos, los innumerables recursos que mostraste para recuperarte tras un gran fracaso o cómo, tras años de vagabundeo, encontraste por fin tu camino (y no el que tus padres habían elegido para ti).

En definitiva, aunque se trate de cosas triviales, nuestros amigos revelan nuestras cualidades -las que pueden atraer la atención y la identificación de otras personas- a veces mejor que nosotros mismos. Y eso se siente bien.

 

2. Enmarque sus objetivos profesionales

El objetivo del storytelling es enmarcar su comunicación y su imagen profesional para alcanzar mejor sus objetivos. Deben ser relevantes para las personas adecuadas (sus futuros empleadores, sus clientes potenciales, sus socios soñados, etc.) pero, sobre todo, acordes con sus objetivos.

No importa si eres una secretaria ejecutiva o un botánico, tienes ambiciones -pequeñas, grandes, medianas- y la imagen profesional que se plasma en tu storytelling debe reforzar tu credibilidad en este sentido. ¿Quiere especializarse en el diseño de jardines tropicales? Cuenta la historia de cómo te enamoraste de la profesión leyendo los cuentos y leyendas de la selva amazónica. ¿Quieres democratizar las virtudes del twerking? Explica cómo este baile te ha hecho sentir más seguro. No olvides que a menudo es nuestro viaje el que revela el significado que damos a nuestro trabajo.

 

3. Distinguir lo notable de lo mundano

Lavarse los dientes todos los días es algo habitual. Convertirse en pintor de casas porque te apasiona Diego Riviera desde que viste la película Frida no lo es. En el arte de contar historias, es importante entender que los elementos de tu historia no tienen que ser extraordinarios para ser interesantes: tienen que ser únicos para ti.

De este modo, su historia es original, memorable y auténtica. Así que piense en lo que es notable, en el sentido de lo que es personal para usted, sin dejar de ser relevante para sus objetivos. Es como escribir una carta de presentación en la que no se puede copiar y pegar ninguna frase en la carta de otra persona.

 

4. No inventes nada, ven como eres

Así que no, no te diré que eres necesariamente una persona excepcional, porque, en primer lugar, sabes que sólo hay un “tú” en la Tierra, que todos somos seres excepcionales, pero sinceramente, también es un poco cansino tener que pensar que eres increíble para sentirte bien.

Lo importante es ser tú, y la mejor historia que puedes contar es la que eres tú. Piensa en tus motivaciones, en tus valores, en lo que te empujó hacia tal o cual camino. Estas son las palancas que utilizará para que la gente quiera trabajar con usted o para darle credibilidad para un objetivo concreto. Es mucho más fácil mantener la coherencia cuando se es real que inventando hazañas o haciendo demasiado. Tú eres suficiente.

 

 

Lo banal, al final, también es bueno. Evita que hagas el ridículo pretendiendo cambiar el mundo vendiendo televisores curvos. Te hace humano, por tanto accesible, por tanto impactante. Como dijo la gran Tina Turner, “no necesitamos otro héroe”. Lo que sí necesitamos, y lo que nos ofrece el storytelling, es dejar el perfeccionismo abrumador que te dice que no eres suficiente para encontrar algo precioso, raro y duradero: un poco de autenticidad.

 

Fuente: Welcome to the Jungle

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