No se nace emprendedor, y la enseñanza lo demuestra

No se nace emprendedor, y la enseñanza lo demuestra

El espíritu emprendedor no es un don, es una habilidad. Y, como cualquier habilidad, se cultiva, se perfecciona y se fortalece.

Una crónica sobre universidades de Frédéric Ooms, profesor de emprendimiento e innovación, HEC-Escuela de Gestión de la Universidad de Lieja, director académico del máster de especialización HEC Entrepreneurs.

Sarah había fracasado tres veces con su primer plan de negocio. Hoy, su start-up da empleo a 45 personas. Thomas se ponía nervioso ante la idea de presentar su proyecto ante inversores. Acaba de recaudar 2 millones de euros. ¿Qué ha cambiado entretanto? ¿Su ADN? No: su experiencia.

El espíritu emprendedor no es un don, es una habilidad. Y, como cualquier habilidad, se cultiva, se perfecciona y se fortalece.

El mito de «haber nacido para ello»

Durante décadas, se creyó que el ser emprendedor era una cuestión de talento, una especie de instinto reservado a unos pocos audaces nacidos con «el gen del emprendimiento». Un mito persistente. Y peligroso.

Porque después de veinte años formando a jóvenes emprendedores, puedo afirmarlo: no se nace emprendedor, se llega a serlo. He visto a estudiantes tímidos convertirse en negociadores temibles. A perfeccionistas paralizados por el miedo al fracaso aprender a crear prototipos rápidamente y sin perfeccionarlos. A solitarios construir equipos unidos.

La revolución silenciosa de la enseñanza

Hubo un tiempo en el que aprender a emprender consistía en redactar un plan de negocio de 60 páginas. Rigor, previsión, coherencia. Pero los estudiantes solían salir frustrados porque, en la vida real, nada sale como se prevé. El mercado cambia, los clientes sorprenden, las tecnologías evolucionan.

Todo ha cambiado. Hoy en día, nuestros estudiantes ya no aprenden a planificar, sino a experimentar. Prueban, fracasan, ajustan y vuelven a empezar. Se enfrentan a la incertidumbre como se aprende a nadar: lanzándose al agua.

Esta pedagogía de la acción refleja un cambio profundo. Ya no se trata solo de crear empresas, sino de desarrollar una actitud: la del espíritu emprendedor. Transformar las limitaciones en oportunidades. Actuar a pesar de la incertidumbre. Cambiar de dirección sin perder el rumbo. Atreverse a cambiar algo a su propia medida.

Crear una start-up es mucho más que «crear una empresa». Es ayudar a una generación a afrontar la complejidad sin temerla. Es comprender que cada fracaso precede a una victoria.

Desde su creación hace veinte años, el máster HEC Entrepreneurs ha formado a cientos de emprendedores. Su fundador, el profesor Bernard Surlemont, comprendió antes que muchos otros que la pedagogía debía convertirse en sí misma en emprendedora.

Muchos de los titulados representan hoy en día a empresas existentes o lideran transiciones sostenibles hacia nuevos modelos de negocio. Otros contribuyen desde dentro a organizaciones en transición. Todos ellos comparten esta capacidad de emprender, una competencia esencial, independientemente del contexto o el sector.

Fuente: La Libre.be

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