Nuestros (muy) jóvenes constructores del futuro o cómo educar a los niños en el emprendimiento sostenible
Investigadoras de la UCLouvain se sumergieron durante un año en diversas escuelas primarias de Bruselas para implementar un programa de sensibilización sobre emprendimiento sostenible. Los impactos observados se centraron principalmente en los valores de los niños y en su motivación para actuar.
Una crónica sobre universidades de Sélénia Anastasia, doctoranda en la UCLouvain, y Amélie Jacquemin, profesora de emprendimiento en la universidad.
La Comisión Europea destacó por primera vez la importancia de la educación para el emprendimiento en 2003. Por su parte, la UNESCO reconoció en 2017 que la educación para el desarrollo sostenible forma parte integral de una educación de calidad, enmarcada dentro del concepto de aprendizaje permanente. Así, la educación para el emprendimiento sostenible ha ido incorporándose progresivamente en colegios de todo el mundo.
Sin embargo, un equipo internacional de investigadores ha señalado algunas deficiencias y limitaciones en estas iniciativas y ha propuesto nuevas perspectivas de investigación. ¿Por qué no prestar más atención a los alumnos más jóvenes y a toda la cadena de actores que los rodean (profesores, dirección del centro, padres, etc.)? ¿Y por qué centrarse únicamente en variables de rendimiento puramente funcionales (la adquisición de competencias), cuando se pueden imaginar otros efectos, en particular cambios en la forma de pensar y sentir?
Objetivos de desarrollo sostenible de la ONU
Estas nuevas cuestiones nos llevaron a realizar una investigación en colaboración con la asociación sin ánimo de lucro Les Jeunes Entreprises en torno a su programa «Futur Défi». Este programa anima a los alumnos de quinto y sexto de primaria a descubrir los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la ONU y a poner en marcha un proyecto para dar respuesta a uno de los problemas seleccionados por la clase.
En concreto, entre septiembre de 2023 y junio de 2024, hemos seguido a una clase de cuatro colegios de primaria de la Región de Bruselas-Capital que participaron en el programa. Hemos observado todo el proceso, entrevistado a las partes implicadas y diseñado un proceso reflexivo con la ayuda de diarios que han completado todos los alumnos.
Nuestra inmersión en el terreno nos permitió compartir momentos impactantes y, en tres de las cuatro clases a las que asistimos, identificar un instante que se podría considerar una verdadera epifanía. Se trata de un punto culminante en la aventura vivida que llevó a los alumnos a sentir y querer activar valores personales, sociales y medioambientales.
Hemos observado que este proceso en términos de valores pasa primero por el registro emocional. Una emoción, como la injusticia, por ejemplo, se convierte en un motor y abre una relación sensible y responsable con el mundo. A partir de esta sensibilidad nace un registro cívico. Los niños ya no se contentan con comprender un problema, quieren actuar y sensibilizar a los demás.
Estos compromisos se traducen después en un registro ético, en el que los niños armonizan pensamiento, palabra y acción. Finalmente, los proyectos se desarrollan activando un registro funcional: capacidades como colaborar, planificar, innovar y expresarse en público, que se integran con los valores y se convierten en herramientas para sentirse capaces de actuar.
La escuela, un actor clave
La escuela, desde la enseñanza primaria, es un actor clave para contribuir a construir un mundo más justo y habitable. Los dispositivos pedagógicos de emprendimiento sostenible pueden constituir una valiosa palanca en este sentido.
Es cierto que estas medidas no son remedios milagrosos que produzcan necesariamente efectos transformadores radicales en los niños. Sin embargo, nuestros trabajos sugieren que estos programas pueden contribuir a cambiar los valores de los alumnos y su deseo de pasar a la acción.
Esto requiere la voluntad de actuar de un amplio conjunto de partes interesadas dentro y fuera de la escuela, en interacción con los objetos, los espacios, las emociones, las normas y las herramientas que se utilizan en el día a día del aula.
Fuente: La Libre.
