El sector belga de la floricultura florece tras un año difícil

El sector belga de la floricultura florece tras un año difícil

El sector belga de la floricultura está en plena efervescencia tras el fuerte aumento de la demanda de flores y plantas ornamentales, una buena noticia tras las dificultades sufridas durante el inicio de la crisis del coronavirus.

El valor de la producción del sector de los viveros de plantas ornamentales y árboles en Bélgica asciende a unos 600 millones de euros, según el centro de información flamenco de agricultura y horticultura (VILT), y cerca del 90% de esa producción se encuentra en Flandes. El cultivo ocupa unas 6.500 hectáreas en todo el país y el sector emplea a casi 3.600 personas al año, entre ellas 1.000 temporeros.

Wim y Annelies Scheers-Hens, de Kontich, se encuentran entre esas 3.600 personas y son un ejemplo de éxito en este sector. Han sabido aprovechar su éxito para ampliar sus esfuerzos en los campos de la sostenibilidad y la protección biológica de los cultivos. “Cada vez hay menos pesticidas químicos disponibles, y los consumidores también demandan cada vez más productos ecológicos“, explica Wim Scheers. Una de las formas en que los Scheers-Hens han podido mantener sus costes bajos (y así capear la pandemia) es recortando las facturas de energía con iluminación LED, y explorando el control biológico de plagas en forma de criptobacterias, que se comen los huevos de plagas molestas.

Fueron uno de los primeros cultivadores de rosas en cambiar a la iluminación LED, lo que les permitió aumentar la potencia luminosa y mejorar la producción. Su éxito fue suficiente para permitirles invertir 600.000 euros en la compra de una línea de clasificación automática. También está entrando en la economía circular: las hojas retiradas de la parte inferior del tallo de la rosa van al Zoo de Planckendael, en Malinas, donde los okapis y las jirafas las disfrutan como alimento.

Sólo quedan cinco cultivadores de rosas en Bélgica, y la superficie total de rosas en Flandes se ha reducido a unas 15 hectáreas. “En los últimos años han desaparecido muchas empresas, pero las que quedan son todas de gran calidad”, explica Sonja De Becker, presidenta de Boerenbond, un colectivo de cultivadores, que afirma que el éxito de Scheers-Hens es representativo del sector en su conjunto. “Se pone mucho empeño en la sostenibilidad: consumo eficiente de agua y energía y protección integrada de los cultivos”.

Sólo el mercado de la flor cortada genera un volumen de negocio anual de 28 millones de euros y se cultiva en 66 hectáreas, de las cuales 39 están al aire libre y 27 en invernadero, según las estadísticas de Boerenbond. Sin embargo, existe una fuerte competencia del extranjero: gran parte de la oferta de las floristerías o supermercados belgas procede de los Países Bajos o del extranjero (como Kenia o Etiopía) según la VILT. Los bajos costes de la mano de obra, la menor presión normativa y las condiciones de cultivo más favorables hacen que el precio de producción sea considerablemente más bajo allí, aunque la competencia extranjera ha disminuido un poco como consecuencia de la pandemia mundial.

Fuente: The Brussels Times

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